ultramarina

Mes: octubre 2011

Imágenes complacientes

Caminé más de dos horas por el mismo barrio mientras lloraba, un niño perdido. Conservo de esa experiencia recuerdos bastante precisos, no sé si alguna vez te lo conté.

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¿Por qué siempre se convoca a los fantasmas cuando se escriben cartas?. Los deja uno venir, los compromete más bien, y escribe por ellos, les  echa una mano, pero ¿por qué?. Me habías dado a leer esa carta a Milena donde él decía algo así, algo más, algo como especular con los espíritus, desnudarse ante ellos, aquél escribió exclusivamente (sobre) cartas, uno de los últimos. Me da miedo esta noche. Mira es la ley, eres tú, soy yo. Y su juego de manos. La mano que escribe parece no poder pertenecer a S. Más bien la desliza otro bajo el abrigo y escribe en su lugar.

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Había que ilustrar esa imagen, ilustrar más bien su epopeya, su portada y su guarda.

La vieja tragedia como arte pone en escena ciertos desgarramientos irreparables de esa ilusión de todos los días (la misma entonces y ahora), en ese tejido sinneóntico, envoltura de la existencia, que llamamos habitus/fluxus: excisiones irresolubles entre la rutina y la ilusión, la necesidad y la fortuna (anaké/tikhé), los dioses y el hombre, el ethos y su dáimon, la razón y las pasiones, la realidad y el deseo, la objetividad y el delirio, el destino personal y el colectivo, la templanza y la hybris y/ o las leyes de la sangre y las de la ciudad.

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Los cuerpos trágicos lo eran y lo son, tanto en la tragedia clásica como, por cierto, ahora mismo, solo y exclusivamente por su resistencia a ser completamente edificados, domesticados, di-sueltos y re-sueltos en términos de cualquier unilateral Verdad religiosa, metafísica, psicológica y/o política. Las representaciones trágicas en honor de Dionisos eran, justamente, la promesa y garantía de esa irreductibilidad. Y era el arte, entonces, siempre y ahora, quien custodiaba, simultáneamente, esa máxima cercanía a la verdad de los hombres y la perezosa, eterna, demora de su cumplimiento. Para la tragedia clásica, como para la experiencia cotidiana de la mayoría de los hombres, la verdad politeísta y abismal de los deseos humanos (esa verdad que crea burbujas en cuyo ámbito nos envolvemos efímeramente con amantes, amores, amigos y complices) mantiene a raya, todavía la obscenidad (metafísica) de un único deseo edípico de Verdad considerado en nuestra época como la verdad del Deseo.

El arte es siempre anterior al pensamiento ya que es aquello que crea el lugar mismo que permite pensar y que el pensamiento termina clausurando y enseñoreando. De ahí también que el lugar del pensamiento sea aquello que el pensamiento no sólo no puede pensar, sino que por ello mismo mismo, tiene que negar tachar y borrar.

LUIS CASTRO NOGUEIRA. Tecnos 2008. Extracto del libro ¿QUIEN TEME A LA NATURALEZA HUMANA? en Arte Terapias y Metafísica (para XOSÉ LOIS GUTIÉRREZ)

El artista tiene la capacidad de crear a través del arte una nueva realidad a través de su imaginación melancólica.

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Según el sistema de saberes del Renacimiento,  esta imaginación melancólica afectaba sobre todo a artistas y arquitectos y es por esta razón por la que en el célebre grabado de  Durero Melancolía I la enigmática figura alada aparece rodeada de instrumentos propios del saber artístico, los emblemas de la geometría han de verse desde este punto de vista, relacionadas con preocupaciones conceptuales acerca de la escala, el peso, el equilibrio, la resistencia de materiales, la reversibilidad de los procesos físcos, las fuerzas primitivas de la naturaleza y sus reflejos en los rastros que aparecen inevitablemente en nuestra civilización simbólica.

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En el profundo examen realizado por Panofsky El poliedro simboliza la perspectiva perfecta y según este mismo autor, en el poliedro de cristal de alunita, se puede apreciar un rostro humano.

Quisiera no dirigirme derecho, directamente, sin correo, sino a ti, pero no lo logro y eso es lo más hondo de la desgracia. Una tragedia, amor mío, de la destinación.

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Todo se torna una vez más tarjeta postal, legible para el otro, aunque no entienda nada. Y si no entiende nada, seguro en el momento de lo contrario, puede sucederte, a ti también, puedes no entender nada, y entonces a mí también, y entonces no llegar, quiero decir, a tu lugar de destino. Quisiera llegarte. llegar hasta ti mi único destino, y corro y corro y caigo todo el tiempo, de zancada en zancada, porque habrá existido, tan pronto, mucho antes que nosotros.

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Habitualmente una metáfora pretende procurarnos un acceso a lo desconocido o indeterminado a través del desvío por algo familiar, para acabar constituyendo ese núcleo poderoso que otorga su fuerza a la obra.

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De una cierta forma metafórica y como un modo de habitar, ese núcleo que se desplaza progresivamente en coordenadas de espacio y de tiempo para transportar la pintura hacia ciertas órbitas de lo real, con todos los riesgos que ello comporta. Esta «figura» (la metáfora) consiste singularmente en intercambiar los lugares y las funciones.

Las metáforas son muy peligrosas, dice Felix de Azúa en Diccionario de las Artes. (Planeta 1995) y no se recomienda su uso más que de un modo parco y delicadísimo. Las metáforas son el sistema nervioso no sólo de la poesía, sino del lenguaje; las metáforas forman la red de distribución de impulsos que une el pensamiento con la gramática.

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La metáfora es un transporte. La metáfora transporta un significado sobre los hombros de un significante, y se lo entrega a otro significante totalmente distinto, el cual no sólo no tiene inconveniente en tomarlo sobre sí,  sino que además sigue el transporte hasta el consecutivo reemplazo.

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Es posible que en la potencia de figuración que es la causa de toda metáfora se esconda el mecanismo íntimo de la infinita producción semántica  de la lengua, y quizá el orden secreto de toda producción

A tí para empezar: solo espero una respuesta y a tí te toca.

sirenas

Así ocurre con el apóstrofe.  El apóstrofe es también un género que uno puede imponerse. Un género y un tono. La palabra -apóstrofe- habla de la palabra dirigida al (o a la) único(a) de la interpelación viva. (el hombre de discurso o de escritura interrumpe el encadenamiento contínuo de la secuencia, con un solo giro se vuelve a alguien, e incluso hacia algo, se dirige a tí) pero la palabra expresa también la habilidad para desviar.

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Las copas de cristal, uno de los objetos más comunes y enigmáticos de uso cotidiano. Estas además celebran con un brindis la llegada de algunos

Antes de enviar esta tarjeta por correo, te habré llamado.

algunos

del hebreo él traduce «lengua», si a eso puede llamársele traducir, como labio. Querían elevarse de manera sublime para imponer su labio (lengua).

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Mes: octubre 2011

Amarillo jaramago

Imágenes complacientes Caminé más de dos horas por el mismo barrio mientras lloraba, un niño perdido. Conservo de esa experiencia recuerdos bastante precisos, no sé si alguna vez te lo conté. ¿Por qué siempre se convoca a los fantasmas cuando se escriben cartas?. Los deja uno venir, los compromete más

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Impliegues

La vieja tragedia como arte pone en escena ciertos desgarramientos irreparables de esa ilusión de todos los días (la misma entonces y ahora), en ese tejido sinneóntico, envoltura de la existencia, que llamamos habitus/fluxus: excisiones irresolubles entre la rutina y la ilusión, la necesidad y la fortuna (anaké/tikhé), los dioses

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Poliedro

El artista tiene la capacidad de crear a través del arte una nueva realidad a través de su imaginación melancólica. Según el sistema de saberes del Renacimiento,  esta imaginación melancólica afectaba sobre todo a artistas y arquitectos y es por esta razón por la que en el célebre grabado de 

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Diamante

Quisiera no dirigirme derecho, directamente, sin correo, sino a ti, pero no lo logro y eso es lo más hondo de la desgracia. Una tragedia, amor mío, de la destinación. Todo se torna una vez más tarjeta postal, legible para el otro, aunque no entienda nada. Y si no entiende

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Estancias

Habitualmente una metáfora pretende procurarnos un acceso a lo desconocido o indeterminado a través del desvío por algo familiar, para acabar constituyendo ese núcleo poderoso que otorga su fuerza a la obra. De una cierta forma metafórica y como un modo de habitar, ese núcleo que se desplaza progresivamente en

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Metáfora

Las metáforas son muy peligrosas, dice Felix de Azúa en Diccionario de las Artes. (Planeta 1995) y no se recomienda su uso más que de un modo parco y delicadísimo. Las metáforas son el sistema nervioso no sólo de la poesía, sino del lenguaje; las metáforas forman la red de

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Apóstrofe

A tí para empezar: solo espero una respuesta y a tí te toca. Así ocurre con el apóstrofe.  El apóstrofe es también un género que uno puede imponerse. Un género y un tono. La palabra -apóstrofe- habla de la palabra dirigida al (o a la) único(a) de la interpelación viva.

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Envíos

Antes de enviar esta tarjeta por correo, te habré llamado. del hebreo él traduce «lengua», si a eso puede llamársele traducir, como labio. Querían elevarse de manera sublime para imponer su labio (lengua).

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