Si la alta cultura se defendía antes como una Gestalt sólida que podía oponerse al desorden de lo popular, una vez el entretenimiento ha adquirido estatus de cultura de masas, la diferencia se atenúa. Una vez esa alteridad reprimida haya reunido síntomas suficientes para adquirir cuerpo, se convertirá en la alternativa que pondrá en duda las diferencias, de modo que la especialización artística se ve amenazada con perder su sentido. Es entonces cuando la experiencia del arte corre el riesgo de convertirse únicamente en diseño.
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