ultramarina

Es fundamental recordar que Spinoza utiliza el afecto para hablar del cuerpo.

Un cuerpo es, según Spinoza, lo que éste puede hacer mientras avanza. El pasado con el que se carga el cuerpo, de forma mecánica puede vincularse con el afecto en su sentido más amplio y definirse como aquello que queda de la potencia vital tras todo lo que el cuerpo dice. Una vida desbordante que se prepara para avanzar.El concepto de afecto, está ligado a la idea de una modulación que se desarrolla a un nivel constitutivo donde muchos «algos» se están «haciendo» aunque la mayoría de ellos no  sean percibidos.

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El cúmulo de fragmentos y citas que componen el desarrollo de los tres años de duración de Ultramarina,  toma prestados  textos de autores que pueden llegar a integrarse como una sola voz ¿la de quién? ¿quién habla en el flujo integrado? Podríamos hablar entonces, de un sujeto colectivo en el que la pregunta sobre ¿quién habla? no sea tan contundente como el hecho de que definitivamente hay alguien que habla.

9 comentarios

  1. Gracias Ultramarina porque nos has permitido hablar. El mérito es de aquel que da el primer paso y tú lo has dado

  2. En efecto, cuando se habla a un tú, de modo tan intimista es difícil no sentirse interpelado, eso forma parte de este juego, juego por otra parte que se difiere en las sucesivas entradas de Ultramarina y en las respuestas que provoca, como si del sonido de un acorde se tratase, no resuelto en el post, sino que se prolonga hasta el acorde siguiente y así sucesivamente hasta completarse.

    Me dirijo a tí. Propongo a cada UNO de los que enriquecéis Ultramarima con sumas que tanto agradezco, identificarse con uno de los personajes u objetos que aparecen en el «tiziano» que sugirió Inframince en «Lógica del desatino»

    Perdón, por empezar maleducadamente por mí…. perdon. Destapo mi carta: Mi sosias: el perrillo que lame la sangre de Marsia.

  3. «alguna de mis mejores amigas»….Ultramarina……

    Despues de dudar un poco …. la flauta….. junto a Marsia, fueron capaces de sacar lo mejor de ellos y desafiar a Apolo……aunque luego no acabara del todo bien….. romanticismo me has vuelto a envolver…..

  4. Parar el rojo es meritorio, pues el rojo avanza sobre la figura, y tiende a anegarla. Es un miedo muy antiguo, ya que el rojo, ese rojo venoso, está dentro del cuerpo y sólo en determinadas ofrendas debe de salir.
    Me paré de noche ante esa cabeza que aguantaba el rojo del cuadro, le di las gracias por sujetar lo que se viene encima.
    F.Bacon sitúa muchas veces lo que resultan ser figuras gracias a los tonos rojizos. Estos funcionan en extensión de color, actuando como campo de acotación de una incertidumbre física que se resuelve en el trazo.
    Aquí no es un problema de ese tipo, un problema de cerco de las variables.
    Por la manera en qué cuenta lo pintado, más que en cómo cuenta, el cuadro de I.S tendería a algo más parecido al espíritu de una anunciación, aunque sea una anunciación donde se ha cuidado con suma «limpieza» la mancha, en tanto entidad de lo visible.
    La rotundidad de ese cuadro viene por ahí, por la claridad y la calma en que se muestra la mancha, y esta como una figura del desasosiego. ¿Qué desasosiego? ¿Se trata del rojo que avanza?
    En algunos iconos la cantidad de rojo en el manto de la virgen llega a ser las tres cuartas partes de la superficie de la tabla. Es también un rojo que avanza, máxime por la disposición invertida de la perspectiva, una perspectiva, la del icono, que por amor viene hacia nosotros.
    No hay ningún vector en estos iconos que defraude el hechizo de mirar y ser mirado. Los ojos de la virgen bien miran al cristo, bien miran al espectador.
    Es por eso meritorio en el cuadro de I.S, que un rostro ausente de mirada logre parar un rojo que avanza, porque entre este rojo y los leños-trazo-mancha que obturan el rostro hay algo tratado de forma muy delicada.
    Es esa carnecita, todavía como de cordero esquilado, y digo así por aparecer esta como carne que busca un sujeto.

    Suyo
    Scardanelli.

  5. Mi elección es también Marsias, pues representa lo único que tiene sentido en esta vida: los instintos. Siempre entendidos en su contexto: la materialización en la esfera individual y/o en connivencia con otro, del placer.
    Marsias vivió gozando. Apolo le destruyó justamente por ello……. por envidia

  6. La identificación con el héroe trágico, en este caso Marsias, es una decisión del todo valiente, por cuanto supone esa voluntad de desafío y de no sometimiento a la autoridad del dios.

    Podríamos pensar que lo que el mismísimo Apolo envidia a Marsias no es la calidad del sonido de la flauta, de la que él -Apolo- era dueño y guardian indiscutible, sino de la sed de gozar del centauro.

    Tal vez sea oportuno recordar aquí que Marsias en lugar de emplear la táctica del pavo real y desplegar todo su poderío en el canto, debería haberse protegido de su propio miedo al objeto culminante, introduciendo pequeñas anomalías funcionales en la partitura, lo que sin duda hubiera despistado al dios.

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