Lo que preside la circulación social actual de objetos, bienes y relaciones, no es ya el valor de uso que podamos asociarles ni aún el valor de cambio: sino y por encima de todo su valor estético, la promesa que contiene de una vida más intensa, más interiormente rica
Ese modo de trabajo que llamamos artístico es una melodía del deseo: nunca su pintura; es presencia, nunca re-presentación