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El 4 de septiembre de 1882, un hombre de 35 años llamado Thomas Alva Edison, que lucía un chaqué y llevaba sombrero de copa, giró una palanca que iluminó eléctricamente las oficinas que el banquero Morgan poseía en la esquina de las calles Broad y Wall, de Nueva York. Momentos después, el mismo Edis0n se despojaba de chaqué y sombrero para proceder a la reparación de un circuito que funcionaba defectuosamente. El inventor y hombre de empresa que había desarrollado la primera lámpara incandescente verdaderamente eficaz, junto con cables, enchufes, interruptores, fusibles y sistemas de instalación eléctrica, actuaba todavía como su propio mecánico.

Aquel 4 de septiembre de 1882, al encenderse las lámparas que iluminaron las oficinas del banquero Morgan, se iniciaba una nueva era que bien merecidamente fue bautizada con el nombre de Edison. Durante tres décadas se asistió a un cambio completo en casi todas las actividades humanas. Costumbres y métodos que perduraban desde los tiempos de los egipcios, griegos y romanos, desaparecieron de manera absoluta.

La aplicación de la energía eléctrica lo transformó todo. Tranvías eléctricos rápidos reemplazaron a los servicios públicos de transporte a base de tracción animal, lo que permitió a la gente alejarse varios kilómetros de sus lugares de trabajo. Cuando se construyeron las primeras líneas subterráneas, se logró eficazmente ensanchar los pulmones de las grandes ciudades.

La energía eléctrica aplicada a los ascensores permitió que los ingenieros y arquitectos pudieran edificar rascacielos, pues se había encontrado el medio de alcanzar con rapidez y seguridad alturas, donde se encontraban oficinas y viviendas, a las que difícilmente se hubiera llegado de tener que utilizar las antiguas escaleras.

El mundo que en 1914 entró en la que fue primera guerra mundial era bien diferente del que existía antes de demostrar Edison que había descubierto la aplicación práctica de la electricidad.

Edison tuvo la imaginación suficiente para comprender la importancia que tendrían las aplicaciones prácticas de la electricidad para el progreso de la Humanidad. Antes que él las investigaciones de los físicos alemanes Hermann von Helmholtz y Rudolf Hertz y luego los del francés Gabriel Lippmann lo hicieron de algún modo posible.

Algunas de estas reflexiones pudo haberse  hecho Ingo Maurer (1932/2019), cuando en 1966 prendado de la belleza desnuda de la bombilla que colgaba del techo donde se encontraba, pensó en Bulb, precisamente eso: una bombilla gigante homenaje a Edison. Hoy desde Imatra el sentido homenaje es a la memoria  de Ingo Maurer, diseñador, tipógrafo, y excelente profesional cercano y atento a colaborar, incluso en proyectos iniciales, como cuando accedió a colaborar para la exposición Historias Luminosas, realizada en 1996 en el espacio expositivo ARSsenal, del que Pilar Blanco fue socia fundadora

Las fuentes de energía cambian y el mundo en 2019 es absolutamente diferente, no obstante hay descubrimientos que generan diseños que no solo permanecen sino que forman y conforman el espíritu de su tiempo y nuestro presente más actual porque generan futuro

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