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Las clasificaciones tradicionales de los materiales aplicadas al diseño, basadas en características físicas, ya no nos bastan. Las «leyes» que en el siglo XIX se desprendían de tales clasificaciones ya no son tampoco válidas. Hubo un tiempo en que esas reglas tenían una función clara. La idea de autenticidad se convirtió en arma arrojadiza en la batalla contra las técnicas imitativas adoptadas por los nuevos materiales y técnicas. Los diseñadores aprendieron que no era aceptable que un material intentase pasar por otro, que cada materia prima debía tener su propio proceso, que las formas y técnicas del artesano no debían ser imitadas por la máquina y que las formas que dependen del material no deben ser reproducidas en materiales de nuevo desarrollo.

Pero a pesar de las lecciones aprendidas, no se dejó de copiar. La situación quedó fuera de control cuando los principales diseñadores de los sesenta empezaron a romper las reglas. Las posibilidades de los materiales sintéticos parecían no tener límites. Apareció también una fascinación por la cultura de masas. El «mal gusto» lo kisch se convirtió en una importante fuente de inspiración. La situación incluso empeoró en los ochenta, al desmoronarse los principios morales.

Los materiales ya no se elegían por sus características sino por su significado. Las culturas alta y baja se fundieron en un enorme crisol y los significados se mezclaron. Postmodernidad, utopía, negación, metacomentario, referencialidad, sociedad del espectáculo. Algo es arte,  si existe para unos discursos y unas prácticas que lo reconocen y pueden apropiárselo como arte.

En la actualidad todo puede ser un material…. un vestido viejo, maderas de derribo, un faro de bicicleta. La gama de proveedores de materia prima se ha ampliado drásticamente en las últimas décadas. Los productores  y elaboradores de madera, vidrio, metal tejidos y de materiales sintéticos han visto como se unían a su segmento grandes almacenes, mercadillos y tiendas de segunda mano. Y la lista es aún mas larga si consideramos también los posiblesmateriales inmateriales: el sonido, el olor, el movimiento y el tiempo se han incorporado al cajón de materiales de los diseñadores.

Las características físicas del material son cuestión importante. Pero ya no ha de ser determinante de todo. Para tratar los materiales con sinceridad hay muchas otras perspectivas. No tiene sentido juzgar el uso de los materiales basándose en la óptima aplicación de sus características físicas. Lo importante es porqué y cómo se utilizan.

Ya no hay grandes cuestiones de ideología, lo que cuenta ahora es la historia pequeña, inspirada en la realidad cotidiana, que no es moralizante, que no predica una verdad universal. A veces como signo de una actitud juguetona con la realidad. Historias pequeñas, accesibles, que queramos compartir. No desencadenarán cambios radicales en el universo, pero darán significado a nuestra cultura.

La sostenibilidad puede coincidir con lo efímero. Un producto debe poder deslustrarse visiblemente con el paso del tiempo sin por ello ser menos bello o feo. Envejecer, simplemente, como todos envejecemos. Utilizar los productos hasta que se caen a trozos. El tiempo que lleve este proceso puede ser mas o menos largo, pero eso no tiene importancia en sí, siempre que el producto acabe cerrando su ciclo. Lo que es preferible a las cortas vidas de los productos de moda.

Renny Ramakers. Doog  Amsterdam/ Pilar Blanco Imatra Bilbao

Abordan en una investigación conjunta aspectos tales como el diseño, la ecología, la sociología y los modos de vida contemporáneos y lo aplican directamente a su práctica profesional.

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