Una mirada retrospectiva al Pabellón Philips proyectado por Iannis Xenakis y Le Corbusier para la exposición internacional de Bruselas en 1958 podría suponer un momento de reflexión y análisis hacia esas obras efímeras que nacen como acontecimiento o situación estética, pues cada obra es también una herramienta de intercambios con la realidad donde pasado presente y futuro parecen solaparse en una síntesis de destrucción y regeneración.