El diseño y su enseñanza se encuentran en una encrucijada. Un camino conduce a un jardín de fabulaciones, mientras el otro, en el que nos gusta situarnos al lado de otros pioneros, abre nuevos caminos, que conducen a una tarea inagotable. Inagotable, porque el destino de los objetos es de algún modo compartir el nuestro, por estar nuestra vida ligada de manera inextrincable a ellos. En un brillante ensayo escrito en 1934 «Las cosas y el ello» Ramón Gómez de la Serna, su célebre autor, nos dice cómo hay una América indescubierta en las cosas y cómo la materialidad de los objetos resbala en nuestras vivencias, por lo que debemos dejar que los objetos alcancen su autonomía
El buen desarrollo de los objetos está familiarizado con el ayer, reconoce las necesidades del hoy y trabaja para el mañana