En el inicio de la novela El siglo de las luces, Alejo Carpentier relata como tres adolescentes después de la muerte del padre, deciden cambiar el mobiliario de la casa encargando nuevos muebles y enseres y una variada colección de instrumentos científicos. Pero a su llegada en lugar de desembalarlos y amueblar la casa, tan solo entreabren la cajas para ver el contenido y sacar de ellas solo los objetos de los que se encaprichan, la mayor parte de ellos instrumentos científicos.
De este modo la habitación se transforma en un laberinto de varios pisos de cajas amontonadas entre las que los tres protagonistas deambulan a placer, tomando posesión cada uno de ellos de un estrato de cajas. Los adolescentes que estrenan así el nuevo siglo y celebran «la muerte de la figura del padre» prescinden del uso convencional de los muebles y alteran, de este modo la estructura misma de la casa, construyendo otra: «su» casa.